En un mundo donde todo tiende a simplificarse, diseñar también puede ser una forma de contar. Esta es la historia detrás del proyecto de Twin, pero también una oportunidad para compartir nuestro proceso, cómo lo hicimos y cómo puede aplicarse el mismo enfoque en diversos procesos creativos. Lo que empezó como un pedido de logo terminó siendo un gran proceso creativo hacia la construcción de una marca hecha para trascender.
El inicio: el logo de una historia
El proyecto de Twin comenzó con una frase simple: “Necesitamos un logo.”
Pero todos sabíamos que no iba a ser solo eso. Detrás de ese pedido, había algo mucho más grande: la necesidad de construir una marca con propósito, una identidad que pudiera contar una historia.
El universo web3, crypto y blockchain puede parecer intimidante al principio, incluso para quienes trabajamos en diseño. Pero esto también fue una oportunidad para aprender, al igual que en cada proyecto, entender sus códigos, lenguajes y matices. Y desde el comienzo, el desafío fue claro: ¿cómo traducir algo tan técnico que aparenta ser complejo, en algo cercano, humano y fácil de entender?
La marca debía hablar dos lenguajes a la vez: por un lado, el del mundo institucional, que se basa en la confianza, las normas y la seguridad, y por el otro, el del ecosistema digital, más flexible e innovador.
Twin tenía que tener dos caras. Tenía que ser el puente y poder moverse entre ambos mundos con naturalidad.

El tallado: el proceso creativo
Siempre que empiezo un nuevo proceso de identidad, mi primer impulso es buscar. Entender antes de diseñar.
Como de costumbre, comienzo abriendo Mobbin, Awwwards, Pinterest, otros proyectos de estudios de referencia, las mismísimas Instagram y X, y más, cada una con su enfoque puntual dependiendo lo que se necesite. Puedo pasar largas horas en esa búsqueda, imágenes, logos, tipografías, materiales, colores, arquitectura, movimientos artísticos. Lo que sea que pueda ayudar a construir un universo, es útil.
Esta búsqueda no suele ser lineal ni del todo ordenada, cada pieza encontrada abre otra puerta. Hasta que, en algún momento, el algoritmo empieza a repetirse, y entonces sé que es momento de parar, ordenar las ideas y empezar a crear.
En medio del proceso de exploraciones y búsquedas, algo empezó a tomar forma: la arquitectura clásica. Columnas, cúpulas, estructuras que desde hace siglos transmiten confianza, estabilidad, permanencia.
Y a partir de ahí, todo empezó a conectar: el ajedrez como metáfora, un juego no de azar, sino de estrategia, donde cada pieza tiene un rol y cada jugada cuenta, pero el tablero es lo que lo hace posible. Twin no iba a ser la pieza, sino el tablero.
Ese tablero nos llevó aún más atrás, al Renacimiento y a Florencia. Una época donde el mundo dejó de girar en torno a Dios para poner en el centro al ser humano. Donde la simetría, la proporción y el detalle se volvieron una forma de entender la realidad.
Ahí entendimos que Twin debía tener alma renacentista: una marca que recupere lo clásico para hablar del futuro. Porque, como se dijo en el Eternauta, y que Santi Echazú, CCO de Paisanos, repitió en el lanzamiento de Twin: “Lo viejo funciona” Y sí, en un mundo donde todo tiende a simplificarse, volver a lo tradicional puede ser un acto de rebeldía.

La obra: darle cuerpo a la idea
En las primeras reuniones entendimos algo clave: teníamos que diseñar una marca casi que para un banco. No por su estética, sino por su nivel de solidez, confianza e institucionalidad. Pero al mismo tiempo debía tener la flexibilidad para vivir en entornos digitales, ser versátil, adaptable, viva. Dos caras. Una moneda.
El logo no podía ser simple, tenía que ser “complejo” y comunicar estabilidad y dualidad, pero también abrir la posibilidad de crear sub marcas, derivaciones, ampliar el sistema.
La idea era resumir todo lo que conceptual y narrativamente teníamos definido y era tan fuerte, en un símbolo. Su composición debía ser a partir de elementos que visualmente y de manera rápida pueda identificarse. Así aparecieron los dos elementos laterales idénticos. En el centro, el arco de medio punto, con relación directa con el renacimiento y la arquitectura. Y por último, la moneda, el elemento circular que nos iba a permitir crear un sistema propio para crear sub marcas, símbolos propios para cada vertical de Twin.
Cada elemento estuvo pensado. Es el caso de la moneda del logo principal, donde no podía ser aleatorio, tenía que tener sentido. Allí utilizamos de referencia al Hombre de Vitruvio, utilizando una abstracción para darle mayor uniformidad al logo.
La búsqueda tipográfica fue extensa. Se necesitaba transmitir confianza, elegancia y a la vez ser versátiles en su uso y aplicaciones. Finalmente llegamos a la combinación ideal: una con carácter institucional para los titulares, con mayor impacto y presencia, y otra más moderna, limpia y de lectura, para acompañar en textos, acciones y subtítulos.
Y llegó el momento del color. El cliente había sido claro: “Nada de azul marino.” Pero el azul finalmente iba a estar. Apareció el azul ultramar, el azul del manto de la Virgen y del lapislázuli, que en el Renacimiento valía más que el oro. Un azul con historia, profundidad y peso simbólico.
A su lado, un naranja renacer, más vibrante y energético. Una dualidad cromática que reflejaba la tensión perfecta entre la tradición y la innovación. El resto de la paleta, apoyado en blancos, negros, grises y dorado como principales, garantizando un tono más institucional y sobrio.
Y en las ilustraciones encontramos un recurso visual que lo resumía todo: la dualidad en una sola imagen, generando elementos con una mitad de materialidad realista y tangible; y otra mitad digital, hecha de mallas 3D.
Para lograrlo, combinamos herramientas como Midjourney o Nano Banana, creando ambas versiones del mismo objeto y luego unificándolas en una única composición. Esa mezcla nos permitió alcanzar un nivel de detalle y coherencia que de otro modo sería difícil lograr, para que al momento de su aplicación a cualquier elemento (moneda, planeta, pieza de ajedrez, una llave) se mantenga la misma intención y terminación.
Un universo visual que contaba el relato de dos mundos conviviendo en uno.

El museo: cuando el diseño empieza a vivir
Twin fue un proyecto hecho con amor, con obsesión por el detalle, con ganas de contar algo más. Desde el primer día hubo una historia que pedía ser contada, y nuestra tarea fue simplemente ayudarla a salir.
El trabajo en equipo con Twin fue fundamental. Siempre se sintió como un mismo equipo construyendo algo juntos. Cada reunión era una oportunidad para sumar, debatir, cuestionar, ajustar, empacharnos de ideas y volar. Y como diseñador, hay pocas cosas más lindas que escuchar de un cliente que: “Ya no tenemos más comentarios. Es por ahí.” Esa frase fue el cierre de un proceso que, en realidad, no terminó ahí.
Porque cuando una marca empieza a vivir, ya no te pertenece del todo. Empieza a transformarse, a crecer, a aparecer en lugares. Y eso es lo más me gusta del diseño, saber que de alguna forma, dejás una huella.

Hecho para trascender
Lo que empezó como un pedido de logo terminó siendo una historia. Un relato sobre diseño, sobre tiempo, sobre confianza, sobre trascender. Y sobre cómo, a veces, las mejores marcas son las que se atreven a mirar al pasado para crear el futuro.
Twin nos recordó que el diseño no siempre trata de simplificar o soo resolver problemas visuales, sino de contar mejor, de relatos que conectan personas, ideas y futuro. Twin fue exactamente eso, una historia que se cuenta sola, pero que se diseñó con alma.
Porque al final, diseñar sigue siendo eso: darle forma a una idea para que alguien la sienta.

¿Querés saber cómo lo llevamos a la práctica? Visita el caso completo de Twin acá.







