A veces los proyectos llegan como un pedido chico: “Necesitamos un logo”, nos dijeron, pero apenas empezamos a indagar un poco apareció una historia enorme que sabíamos, necesitaba ser contada. De esas que te dan ganas de sentarte con un café, abrir un cuaderno y empezar a escribir.
Todo empezó con una compra: Belo, una empresa del ecosistema cripto de Argentina, había adquirido Num Finance. Su objetivo era crear una infraestructura para emitir y operar stablecoins en toda Latinoamérica. Su sueño, que una persona en cualquier parte de la región pueda usar su moneda local sin fricciones, como si estuviera usando efectivo, pero en realidad esté usando tecnología.
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¿El desafío? No era técnico, era existencial. ¿Cómo le ponés cara a un sistema que quiere ser el tablero donde se juega el futuro del dinero?
Ahí fue cuando dijimos: no podemos diseñar sólo un logo, tenemos que construir una visión. Y construír una visión empieza mucho antes del diseño. Necesita dar varios pasos atrás: entender el modelo de negocio, mapear el contexto competitivo, detectar tensiones y encontrar el espacio diferencial donde Twin podía posicionarse.
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La primera pista para crear “el todo” llegó en la primera reunión.
Y fue, gracias a una pregunta al aire: “Si fueras al zoológico, a qué animal irías a ver primero y por qué?”, las respuestas fueron varias, pero hubo una que captó nuestra atención: “Al mono” dijo “porque me da curiosidad ver a alguien parecido a mí detrás de una reja”. Y ahí se nos prendió la lamparita. ¿Quién está realmente del otro lado de la reja? ¿Quién mira a quién?
De esa pregunta nació la metáfora que guiaría todo el proyecto: las dos caras de una misma moneda.
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Twin.
Una infraestructura con dos mundos: Uno más cripto, más punk, más de la urgencia cotidiana. Otro más institucional, corporativo, bancario. Ambos distintos, pero complementarios. Uno necesita disrumpir, el otro necesita que no lo disrumpan.
Esa dualidad no fue sólo inspiración creativa: fue el eje del posicionamiento. Vimos que Twin tenía que habitar el cuadrante “institucional-local”: un lugar poco explorado, que combina la legitimidad del mundo financiero con la cercanía de LATAM, diferenciándose tanto de los players globales como de los cripto-nativos saturados.
Teníamos que analizar de raíz: qué modelo de negoció está detrás de estas dos caras, qué lugar ocupa en el ecosistema, qué oportunidades y tensiones culturales atraviesan. Sin estas respuestas cualquier logo iba a ser solo un envase vacío y no es algo que nosotros hagamos.
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Lo siguiente fue construir el manifiesto por el cuál se iba a regir todo lo que se cree. Nos llevó a preguntarnos cómo se construye el valor, qué significa hoy una moneda, qué es lo que realmente importa cuando hablamos de dinero. Spoiler: no es el soporte, es la experiencia. Cuánto tarda, cuánto cuesta, cuán seguro es y sobre todo, cuánta confianza genera.
Esa confianza no se dibuja, se construye… Y la historia tenía que estar a la altura.
Por eso diseñamos una arquitectura de marca modular, con Twin como masterbrand y dos verticales listas para crecer: Twin Stablecoins y Twin Securities. Una estructura que evita la fragmentación y permite sumar nuevas extensiones bajo un mismo paraguas narrativo.
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Nos metimos de lleno en la historia del Renacimiento, no solo por su estética, sino también por su forma de pensar. El Renacimiento no inventó todo de cero, tomó lo antiguo, lo resignificó, y lo hizo nuevo.
Eso mismo hicimos nosotros: tomamos la simbología clásica del poder, de la arquitectura, del orden... y la trajimos a un mundo que necesita velocidad, transparencia y escalabilidad.
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El logo nace de un arco de medio punto, una figura renacentista que sostiene, conecta y proyecta. Dos columnas, una moneda en el centro, una estructura que se puede desarmar y volver a armar para adaptarse a nuevas realidades.
Buscamos colores, representaciones y nos encontramos con el “Azul Ultramar”. El azul con el que se pintaba el manto de la Virgen, el más caro de todos en su época, ese que sólo se usaba para lo divino.
Elegimos ese color porque queríamos que la marca tuviera un valor simbólico fuerte, casi espiritual, que represente lo único, lo distintivo, lo diferencial. Y lo complementamos con un naranja vibrante: el contraste que pone todo en tensión, el opuesto del azul en el círculo cromático, el color que le da vida, que marca la otra cara.
Cada decisión estética tiene un por qué, pero más que nada, tiene una emoción. Porque el proyecto no fue una ejecución, fue una exploración, una obra en sí misma.
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Pasamos más tiempo pensando que diseñando.
Analizamos cada uno de los seis públicos clave (reguladores, asset managers, usuarios cripto sofisticados, instituciones financieras, integradores B2B y usuarios finales) para definir qué necesitaban, qué temían y qué aspiraban. Y a partir de ahí, cómo debía hablarles Twin: con un tono sofisticado pero claro, confiable pero no arrogante, cercano pero institucional, ambicioso pero responsable.
Pasamos horas leyendo sobre arte, sobre historia, sobre economía. Buscando referencias que no sean moda, sino significado. Nos obsesionamos con que nada fuera azaroso, y cuando encontramos el hilo, tiramos con fuerza durante dos meses para crear algo único.
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El resultado no es un logo, es una identidad que se expande.
Que permite escalar, sumar verticales, crecer con coherencia. Que puede vivir en una tarjeta personal o en una campaña global. Que habla tanto al CEO de un banco como al developer que arma una wallet desde su cuarto.
Si algo nos dejó este proyecto, es una certeza: cuando un cliente te dice “quiero un logo”, muchas veces lo que realmente quiere es tener una historia que lo represente.Y en Twin, esa historia nos encontró a todos.
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Una marca que no busca parecer cripto, ni parecer banco. Que no pretende encajar, sino marcar el ritmo. Una infraestructura hecha con precisión, convicción y una idea simple pero poderosa: que el valor fluya como un bit en internet.
Y esa visión no se quedó en el diseño: se transformó en un ejercicio estratégico completo, una marca-plataforma preparada para crecer, con narrativa transversal y coherencia modular.
Y así, como quien no quiere la cosa, nos dimos cuenta de que habíamos hecho arte. Con método, con pensamiento, con alma. Un caso que busca trascender, tanto, como una buena obra.
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